Erick estaba absorto en sus pensamientos, dándole vueltas a lo que el arrendajo había estado confesándole sobre los trolls de los caminos. Incapaz de darse cuenta de que estaba a punto de estrellarse con un colosal hombre que le cerraba el paso en la acera. Cuando reaccionó, su rostro estaba a unos cinco centímetros del hombro del enorme sujeto. Se retiró un poco y se disculpó a media voz. El hombre no respondió, pero su acompañante, una mujer de ropa costosa y rostro infantil, se adelantó para comenzar a hablar con tono relajado:
-Buen niño. ¿Estás perdido?
-Yo... -Erick dudó, recordando la infinidad de veces que le habían mencionado que era peligroso hablar con extraños.
-Le comió la lengua el gato -se mofó el enorme hombre, que tenía una voz mucho menos atemorizante de lo que parecía.
-Sé educado -reprendió la bruja con un leve manotazo. -Dime, Erick ¿sabes a dónde te diriges?
En cuanto la mujer dijo el nombre del chico, los bolsillos de la chaqueta de Erick se agitaron con desesperación. El arrendajo se liberó un segundo después de las manos del chico y apareció revoloteando alrededor de la mujer, tirando picotazos aquí y allá. La bruja, porque Erick descubrió de inmediato que lo era, sólo chasqueó los dedos y el ave salió disparada en dirección contraria a ella, llevada por una brisa ruda.
-Más cuidado, avechucho -advirtió la bruja.
-¿Quién eres tú? -exigió saber el arrendajo.
-Me sorprende que seas tú el principal doble agente en este asunto y no tengas idea de con quién estás tratando -se mofó la bruja, levantando un dedo y guiñándole el ojo. -¿Pero cómo ibas a saber que estabas frente a la maravillosa...
-Eres...
-...simpática...
-No, tú deberías estar atrapada en...
-...inteligente...
-Ella te desterró a...
-...siempre a la moda...
-¡Alto los dos! -ordenó el hombre que acompañaba a la bruja, perdiendo los estribos. -¿Harán favor de decir de qué rayos están hablando?
-Marcia Deveaux -respondieron la bruja y el ave al unísono. -La Dama de la Niebla.